La importancia de la temperatura
Los recién nacidos deben permanecer en todo momento en un ambiente cálido, sin corrientes de aire y sin cambios bruscos de temperatura.
Las incubadoras son ideales, pero pueden remplazarse por cestas o cajas de cartón con una base acolchada, absorbente y abrigada.
Pueden utilizarse para este objeto restos de colchas, chalecos o toallas y una bolsa de agua o guatero con agua tibia (bien envuelto y cerrado) para mantener una temperatura constante.
Sobre este aspecto debemos recordar cambiar el agua tibia de la bolsa periodicamente.
Los recién nacidos, durante las primeras 4 primeras semanas de vida no regulan la temperatura. Suelen acurrucarse junto a la madre, lo que crea un microclima óptimo que los protege de los cambios ambientales y disminuye la perdida de calor. Los huérfanos no cuentan con esta ventaja, por lo tanto son mas sensibles al entorno y suceptibles de contraer enfermedades.
Sin la madre, el recién nacido puede experimentar hipotermia (baja de temperatura), que lleva a insuficiencia circulatoria y a la muerte.
Debe suministrarse calor artificial para mantener una temperatura constante. Si hace frio, es necesario contar con una estufa para calefaccionar la habitación donde se encuentren los pequeños, pero no la acerque mucho a los pequeños ni la ponga a máxima potencia porque podría causar acaloramiento, que provocaría deshidratación.